sábado, 23 de marzo de 2013

Capitulo 5

Nota:  Como veis voy a subir todo lo que hay escrito de SubMundo aqui os dejo dos nuevos capitulos, quedan tres mas para terminar lo que tengo hasta ahora y como no puedo sacar tiempo para continuar la historia os insto a vosotras a terminarla.

¿Como?

Muy facil, solo teneis que esperar a que termine de subir en este fin de semana todo lo que tengo escrito y escribir un final, como minimo tendria que tener al menos tres folios.
Me los mandais al email y yo los voy publicando con vuestro nombre, podeis hacerlo todas las que querais y luego que la gente vote cual es el mejor final y ese será el oficial.

Siento mucho el retraso y la incostancia, pero se han preparado dos libros mas durante esta larga ausencia y voy a comenzar la publicacion de uno de ellos.
Si quereis crearé un blog para él en cuanto quede registrado.




Con la espada al hombro y la buena voluntad del avatar tu camino te llevara esta vez a pedir ayuda a las sibilas, viven en el oráculo de Delfos, allí es donde has de ir.

Ellas te darán la lira de Orfeo1, capaz de oscurecer el día mas soleado y aclarar el día más sombrío, con ella podrás llamar a la princesa de los mares y adquirir su poderoso regalo.

Dos melodías ten enseñaran a tocar, practícalas bien y jamás te separes de tus reliquias”

Calisto de Hervás





Estábamos en el salón de la mansión listos para abrir el portal que nos conduciría a Athenas. No tardamos mucho en convocar la puerta y Evan, Josh, Adam y yo entramos rápidamente por el portal camino de nuestro destino.



Era una noche oscura y sombría, estábamos en medio de un monte, no hacia mucho frió pero lo lúgubre del lugar lanzaba escalofríos por todo mi cuerpo. Los cuatro nos miramos un tanto desorientados y sin saber muy bien que es lo que teníamos que hacer a continuación. No fue necesario pensar mucho en ello, de la nada, un templo griego se materializo ante nuestras narices. Increíblemente blanca y bien conservada, la gran mole de piedra se alzaba a lo alto de la colina y nos llamaba con destellos luminosos.

Sin decir ni una sola palabra nos encaminamos hacia el templo. Cuando llegamos allí, una joven de unos veinte años, vestida con seda blanca y con una corona de flores nos esperaba apoyada en una de las muchas columnas de la entrada.



-. Bienvenida elegida – dijo nada mas verme – bienvenidos a todos – dijo en general deslizando la mirada hacia mis acompañantes – pasad a nuestra casa.



Eso fue lo que hicimos, seguida de mis tres escoltas entré al templo siguiendo a la mujer. Siempre me habían llamado la atención esas construcciones, siempre había pensado que eran magnificas y místicas, pero verlas perfectamente bien conservadas y en todo su esplendor era algo increíble, su belleza no podía competir con ningún otro edificio o monumento de nuestros días, ese templo era único y para mí, lo mas bonito y acogedor que había visto nunca.

Seis mujeres mas nos esperaban en el centro del monumento, estaban situadas alrededor de una enorme y redonda alberca. Todas llevaban los mismo vestidos de corte griego, los colores iban desde el blanco hasta el azul, pasando por todos los colores del arcoíris.



-. Mi nombre es Greta – dijo la joven que nos acompañaba cuando estuvimos frente a las demás mujeres – este es el oráculo de Delfos – dijo señalando a la gran balsa de agua cristalina que rodeaban. Una mujer mucho mas mayor que Greta se acerco a donde estábamos. El resto de mujeres no nos dirigió ni una sola mirada.



-. Hola soy Atheis, soy la Pithia de la congregación – dijo la mujer mayor. No podía precisar muy bien su edad, sabia que todas eran humanas pero la pitia era una de las hijas de los dioses, por lo que era inmortal, aunque para su desgracia no dejaba de envejecer. Su aspecto rondaba los cincuenta años humanos – estas aquí para recoger la lira de Orfeo – afirmó mientras me tendía un paquete pequeño envuelto con telas y cuerdas. Desaté los nudos y desenvolví el bulto. Una preciosa lira verde y blanca reposaba en mis manos y lanzaba destellos de luz con sus cuerdas, no era muy grande, tenia aproximadamente el tamaño de una carpeta escolar.



-. Es preciosa – dije con un suspiro.



-. Y poderosa – dijo Atheis – con ella podrás oscurecer un día lleno de sol y luz y viceversa. El sueño del dios Morfeo vive dentro de la reliquia – dijo mientras miraba la lira – con ella podrás inducir el sueño o la pesadilla de quienes te rodeen y también podrás llamar bajo el agua a la princesa de los mares.



-. ¿Quiere decir que si toco este instrumento puedo hacer que la gente duerma y también puedo hacer que se haga de noche o de día a mi voluntad? – pregunté mientras miraba los ojos verdes de Atheis.



-. Si y no, nunca podrás hacer la noche o el día a tu voluntad, solo oscurecer o aclarar, pero si podrás hacer dormir a quien escuche la melodía de Morfeo, ven, te lo enseñaré – dijo tomándome de la mano y llevandome a uno de los bancos de piedra que rodeaban el salón central del templo.



Después de una hora conseguí aprenderme las dos melodías que la vieja Atheis con mucha mucha paciencia me había enseñado, pero antes de que nos reuniéramos con mis amigos y con Greta que estaba al otro lado de la estancia, necesitaba hacerla una pregunta.



-. Quiero que me perdone por ser tan descarada pero… la profecía sobre mi… no se esta cumpliendo, la maldición se esta abriendo camino y cambiando mi supuesto futuro ya profetizado… - no sabia si me haba entendido bien hasta que al cabo de varios minutos tomo mi muñeca y apartó el vendaje dejando a la vista la marca de la maldición.



-. La maldición y la profecía están compensadas – me dijo mientras volvía a mirarme el rostro – ya ha ocurrido un paso importante de la profecía, pero también uno de la maldición, debes descompensar la balanza e inclinarla hacia el lado correcto – me dijo Atheis.



-. No, todo lo que ha ocurrido es cosa de la maldición, os he fallado a todos, le di mi virtud al hombre equivocado, a mi amor verdadero, e intente localizarlo cuando la Dama Negra le secuestró.



-. Te equivocas – dijo mientras se reía – le diste tu virtud al maldito.



-. No lo hice – conteste confundida.



-. ¡Oh Dios mio! Los tiempos cambian tanto que las profecías se quedan anticuadas – dijo la pithia mientras lanzaba una carcajada.



-. Esta profecía fue escuchada por las sibilas en 1875 aproximadamente – dijo – no tengo muy buena memoria para las fechas pero creo que fue en ese tiempo – se disculpó – la sibila que la profetizó era una bonita dama inglesa, Meredith, me acuerdo mucho de ella, era buena – dijo marchándose por los cerros de Ubeda. La instigue con la mirada para que prosiguiese – bueno, el caso es que las damas inglesas de esa época perdían su virtud cuando un hombre las veía completamente desnudas y las tocaba, normalmente cuando eso sucedía también había sexo, pero aunque no lo hubiera su virtud estaba perdida de igual modo – explicó.



-. ¡Los dioses! Eso lo hace todo mas fácil – exclame poniéndome de pie como un resorte. Recordé de inmediato que Evan era el único hombre que me había visto totalmente desnuda, cuando estaba en el apartamento de la directora con Shane yo nunca me quite mi ropa interior, fue con Evan, se la di a Evan… mi cabeza era un torbellino de imagen, conversaciones y pensamientos.



-. Siento mucho decirte que todo se ha complicado un poco, no sabemos quien es ni de donde ha salido, pero anoche una de mis sibilas soñó con él, un apuesto hombre se alzara en breve como el consorte de Esteno, un consorte que según la visión tu jamás seras capaz de derrotar, debes llegar a la Dama antes de que su consorte la reclame y se unan, si eso sucediera, la maldición y la profecía se romperían en pedazos y tu hilo de la vida seria cortado mas pronto que tarde.



-. ¿Quién es ese hombre? ¿es un dios? ¿de donde proviene?– pregunte muy asustada.



-. Es igual de poderoso que un dios, es mortífero y nace de la nada, nace de la desesperación y el dolor – explicó la pitia.

-. Esto es…. Yo no puedo seguir…. Todo se esta complicando demasiado – mis balbuceos eran casi inaudibles, pero mi angustia y mis ganas de llorar de impotencia iban haciéndose cada vez mas grandes y peligrosas.



-. Debes completar la profecía, y llegar a Esteno antes que él, todavía tienes que tomar… - un terremoto sacudió el templo de manera agresiva. Las sibilas que no se habían movido de donde estaban buscaban con la mirada a la pitia para saber que debían hacer – debéis marcharos, nos están atacando – me dijo la vieja mientras se levantaba y se dirigía rauda y veloz hacia las demás muchachas.



-. ¿Qué pasa? – pregunte a los chicos a medida que iba corriendo hacia ellos.



-. Huelo el mal – dijo Adam. Otra sacudida del templo hizo que varias rocas y columnas se derrumbaran.



-. Tenemos que salir de aquí, ¡rápido! – dijo Evan agarrándome por el brazo y tirando de mi hacia la puerta.



Una vez salimos del templo este desapareció en la oscura noche dejándonos ver a nuestros atacantes. Un pequeño ejercito de aproximadamente treinta ibliseri nos esperaba con sonrisas arqueadas y deseosas de sangre. No me acostumbraba a ver a esos horribles seres, si yo hubiese sido Tolkien, hubiese descrito a los orcos con los mismos rasgos que los Ibliseri.

Adam destrozo toda su ropa cuando cambio, Evan y Josh se prepararon para el ataque. Yo por el contrario estaba bloqueada.



-. ¡Dawn! ¡Grita! – ladró Evan. Los monstruosos secuaces de la Dama corrían desesperados hacia nosotros y yo todavía estaba bloqueada. Los gritos de Evan me sacaron de mi estado de shock y me puse delante del jaguar para pegar un buen grito y cargármelos a todos de un golpe.



Grite como si me fuera la vida en ello, espera, me iba la vida en ese grito, pero para mi sorpresa y la de mis compañeros, el grito no funciono. No mate a ningún Ibliseri, solo los ralenticé, seguían corriendo hacia nosotros pero ahora iban a cámara lenta. ¿Qué cojones me estaba pasando? El según grito no los ralentizo ni mas ni menos, simplemente no tuvo ningún efecto.



-. ¡Abre el portal! – dijo Josh.



Saque de forma frenética las runas del bolsillo y las coloque en el suelo. Mi mala suerte volvió a caer sobre nosotros, nuestros atacantes volvieron a coger una velocidad normal y envistieron contra nosotros. Esa vez no me bloqueé. Saque la espada de la funda que colgaba a mi espalda y me lance contra ellos mientras le gritaba a Evan que abriera el portal.

Iba a ser el cebo, iba a distraerlos mientras el vampiro hacia mi trabajo y abría el portal para ir a casa.

No había usado nunca una espada pero esa espada en especial parecía bailar sola, atravesaba a los demonios como si fueran mantequilla. No sabia a cuantos me estaba cargando, el calor y el fulgor de la batalla, la ira, el dolor y la fuerza de todos me infundían poder y valor, algo que posteriormente Evan simplifico llamándolo “locura suicida”. Mi sed de sangre crecía con cada estocada de mi espada, sentía a Josh y al jaguar luchar detrás de mi atrapando a los ibliseri que se escapaban del filo de mi espada. No me había sentido así de bien en días y aunque una parte de mi cabeza me decía que tenia que parar, la otra, mas convincente me instaba a cargármelos a todos. No se cuanto tiempo estuve luchando, pero no había cansancio ni agotamiento en mi cuerpo. Cuando alcancé al ultimo ibliseri y le separe la cabeza de los hombros la adrenalina todavía burbujeaba en mi torrente sanguíneo. Me di la vuelta todavía empuñando mi espada, pude ver la carnicería que había organizado y a mis tres compañeros mirándome atónitos y asustados. Me había cargado a una treintena de demonios. Mis ojos lucían rojos y mi piel brillaba con una luz negra muy poco acogedora. Evite las miradas de mis amigos mientras me acercaba a ellos y enfundaba mi espada a la espalda. Ya discutiríamos todo lo que había sucedido cuando llegásemos a un lugar seguro. Adam estaba completamente desnudo y yo, aunque todavía no sentía las heridas, podía asegurar que tenia muchas por todo el cuerpo, en definitiva no era el momento de que me regañaran.

Antes de llegara a donde me estaban esperando, note como el poder y la adrenalina salían de mi cuerpo. No pude hacer nada para impedir mi caída. Me desplome desmayada en el suelo sobre algunos de los cadáveres de los Ibliseri.

1Dios Griego de la música y la Poesia, hijo de Apolo, dios del sol y la musa Calíope.

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