¿Como?
Muy facil, solo teneis que esperar a que termine de subir en este fin de semana todo lo que tengo escrito y escribir un final, como minimo tendria que tener al menos tres folios.
Me los mandais al email y yo los voy publicando con vuestro nombre, podeis hacerlo todas las que querais y luego que la gente vote cual es el mejor final y ese será el oficial.
Siento mucho el retraso y la incostancia, pero se han preparado dos libros mas durante esta larga ausencia y voy a comenzar la publicacion de uno de ellos.
Si quereis crearé un blog para él en cuanto quede registrado.
“Con
la espada al hombro y la buena voluntad del avatar tu camino te
llevara esta vez a pedir ayuda a las sibilas, viven en el oráculo
de Delfos, allí es donde has de ir.
Ellas
te darán la lira de Orfeo1,
capaz de oscurecer el día mas soleado y aclarar el día más
sombrío, con ella podrás llamar a la princesa de los mares y
adquirir su poderoso regalo.
Dos
melodías ten enseñaran a tocar, practícalas bien y jamás te
separes de tus reliquias”
Calisto
de Hervás
Estábamos
en el salón de la mansión listos para abrir el portal que nos
conduciría a Athenas. No tardamos mucho en convocar la puerta y
Evan, Josh, Adam y yo entramos rápidamente por el portal camino de
nuestro destino.
Era
una noche oscura y sombría, estábamos en medio de un monte, no
hacia mucho frió pero lo lúgubre del lugar lanzaba escalofríos por
todo mi cuerpo. Los cuatro nos miramos un tanto desorientados y sin
saber muy bien que es lo que teníamos que hacer a continuación. No
fue necesario pensar mucho en ello, de la nada, un templo griego se
materializo ante nuestras narices. Increíblemente blanca y bien
conservada, la gran mole de piedra se alzaba a lo alto de la colina y
nos llamaba con destellos luminosos.
Sin
decir ni una sola palabra nos encaminamos hacia el templo. Cuando
llegamos allí, una joven de unos veinte años, vestida con seda
blanca y con una corona de flores nos esperaba apoyada en una de las
muchas columnas de la entrada.
-.
Bienvenida elegida – dijo nada mas verme – bienvenidos a todos –
dijo en general deslizando la mirada hacia mis acompañantes –
pasad a nuestra casa.
Eso
fue lo que hicimos, seguida de mis tres escoltas entré al templo
siguiendo a la mujer. Siempre me habían llamado la atención esas
construcciones, siempre había pensado que eran magnificas y
místicas, pero verlas perfectamente bien conservadas y en todo su
esplendor era algo increíble, su belleza no podía competir con
ningún otro edificio o monumento de nuestros días, ese templo era
único y para mí, lo mas bonito y acogedor que había visto nunca.
Seis
mujeres mas nos esperaban en el centro del monumento, estaban
situadas alrededor de una enorme y redonda alberca. Todas llevaban
los mismo vestidos de corte griego, los colores iban desde el blanco
hasta el azul, pasando por todos los colores del arcoíris.
-.
Mi nombre es Greta – dijo la joven que nos acompañaba cuando
estuvimos frente a las demás mujeres – este es el oráculo de
Delfos – dijo señalando a la gran balsa de agua cristalina que
rodeaban. Una mujer mucho mas mayor que Greta se acerco a donde
estábamos. El resto de mujeres no nos dirigió ni una sola mirada.
-.
Hola soy Atheis, soy la Pithia de la congregación – dijo la mujer
mayor. No podía precisar muy bien su edad, sabia que todas eran
humanas pero la pitia era una de las hijas de los dioses, por lo que
era inmortal, aunque para su desgracia no dejaba de envejecer. Su
aspecto rondaba los cincuenta años humanos – estas aquí para
recoger la lira de Orfeo – afirmó mientras me tendía un paquete
pequeño envuelto con telas y cuerdas. Desaté los nudos y desenvolví
el bulto. Una preciosa lira verde y blanca reposaba en mis manos y
lanzaba destellos de luz con sus cuerdas, no era muy grande, tenia
aproximadamente el tamaño de una carpeta escolar.
-.
Es preciosa – dije con un suspiro.
-.
Y poderosa – dijo Atheis – con ella podrás oscurecer un día
lleno de sol y luz y viceversa. El sueño del dios Morfeo vive dentro
de la reliquia – dijo mientras miraba la lira – con ella podrás
inducir el sueño o la pesadilla de quienes te rodeen y también
podrás llamar bajo el agua a la princesa de los mares.
-.
¿Quiere decir que si toco este instrumento puedo hacer que la gente
duerma y también puedo hacer que se haga de noche o de día a mi
voluntad? – pregunté mientras miraba los ojos verdes de Atheis.
-.
Si y no, nunca podrás hacer la noche o el día a tu voluntad, solo
oscurecer o aclarar, pero si podrás hacer dormir a quien escuche la
melodía de Morfeo, ven, te lo enseñaré – dijo tomándome de la
mano y llevandome a uno de los bancos de piedra que rodeaban el salón
central del templo.
Después
de una hora conseguí aprenderme las dos melodías que la vieja
Atheis con mucha mucha paciencia me había enseñado, pero antes de
que nos reuniéramos con mis amigos y con Greta que estaba al otro
lado de la estancia, necesitaba hacerla una pregunta.
-.
Quiero que me perdone por ser tan descarada pero… la profecía
sobre mi… no se esta cumpliendo, la maldición se esta abriendo
camino y cambiando mi supuesto futuro ya profetizado… - no sabia si
me haba entendido bien hasta que al cabo de varios minutos tomo mi
muñeca y apartó el vendaje dejando a la vista la marca de la
maldición.
-.
La maldición y la profecía están compensadas – me dijo mientras
volvía a mirarme el rostro – ya ha ocurrido un paso importante de
la profecía, pero también uno de la maldición, debes descompensar
la balanza e inclinarla hacia el lado correcto – me dijo Atheis.
-.
No, todo lo que ha ocurrido es cosa de la maldición, os he fallado a
todos, le di mi virtud al hombre equivocado, a mi amor verdadero, e
intente localizarlo cuando la Dama Negra le secuestró.
-.
Te equivocas – dijo mientras se reía – le diste tu virtud al
maldito.
-.
No lo hice – conteste confundida.
-.
¡Oh Dios mio! Los tiempos cambian tanto que las profecías se quedan
anticuadas – dijo la pithia mientras lanzaba una carcajada.
-.
Esta profecía fue escuchada por las sibilas en 1875 aproximadamente
– dijo – no tengo muy buena memoria para las fechas pero creo que
fue en ese tiempo – se disculpó – la sibila que la profetizó
era una bonita dama inglesa, Meredith, me acuerdo mucho de ella, era
buena – dijo marchándose por los cerros de Ubeda. La instigue con
la mirada para que prosiguiese – bueno, el caso es que las damas
inglesas de esa época perdían su virtud cuando un hombre las veía
completamente desnudas y las tocaba, normalmente cuando eso sucedía
también había sexo, pero aunque no lo hubiera su virtud estaba
perdida de igual modo – explicó.
-.
¡Los dioses! Eso lo hace todo mas fácil – exclame poniéndome de
pie como un resorte. Recordé de inmediato que Evan era el único
hombre que me había visto totalmente desnuda, cuando estaba en el
apartamento de la directora con Shane yo nunca me quite mi ropa
interior, fue con Evan, se la di a Evan… mi cabeza era un
torbellino de imagen, conversaciones y pensamientos.
-.
Siento mucho decirte que todo se ha complicado un poco, no sabemos
quien es ni de donde ha salido, pero anoche una de mis sibilas soñó
con él, un apuesto hombre se alzara en breve como el consorte de
Esteno, un consorte que según la visión tu jamás seras capaz de
derrotar, debes llegar a la Dama antes de que su consorte la reclame
y se unan, si eso sucediera, la maldición y la profecía se
romperían en pedazos y tu hilo de la vida seria cortado mas pronto
que tarde.
-.
¿Quién es ese hombre? ¿es un dios? ¿de donde proviene?–
pregunte muy asustada.
-.
Es igual de poderoso que un dios, es mortífero y nace de la nada,
nace de la desesperación y el dolor – explicó la pitia.
-.
Esto es…. Yo no puedo seguir…. Todo se esta complicando demasiado
– mis balbuceos eran casi inaudibles, pero mi angustia y mis ganas
de llorar de impotencia iban haciéndose cada vez mas grandes y
peligrosas.
-.
Debes completar la profecía, y llegar a Esteno antes que él,
todavía tienes que tomar… - un terremoto sacudió el templo de
manera agresiva. Las sibilas que no se habían movido de donde
estaban buscaban con la mirada a la pitia para saber que debían
hacer – debéis marcharos, nos están atacando – me dijo la vieja
mientras se levantaba y se dirigía rauda y veloz hacia las demás
muchachas.
-.
¿Qué pasa? – pregunte a los chicos a medida que iba corriendo
hacia ellos.
-.
Huelo el mal – dijo Adam. Otra sacudida del templo hizo que varias
rocas y columnas se derrumbaran.
-.
Tenemos que salir de aquí, ¡rápido! – dijo Evan agarrándome por
el brazo y tirando de mi hacia la puerta.
Una
vez salimos del templo este desapareció en la oscura noche
dejándonos ver a nuestros atacantes. Un pequeño ejercito de
aproximadamente treinta ibliseri nos esperaba con sonrisas arqueadas
y deseosas de sangre. No me acostumbraba a ver a esos horribles
seres, si yo hubiese sido Tolkien, hubiese descrito a los orcos con
los mismos rasgos que los Ibliseri.
Adam
destrozo toda su ropa cuando cambio, Evan y Josh se prepararon para
el ataque. Yo por el contrario estaba bloqueada.
-.
¡Dawn! ¡Grita! – ladró Evan. Los monstruosos secuaces de la Dama
corrían desesperados hacia nosotros y yo todavía estaba bloqueada.
Los gritos de Evan me sacaron de mi estado de shock y me puse delante
del jaguar para pegar un buen grito y cargármelos a todos de un
golpe.
Grite
como si me fuera la vida en ello, espera, me iba la vida en ese
grito, pero para mi sorpresa y la de mis compañeros, el grito no
funciono. No mate a ningún Ibliseri, solo los ralenticé, seguían
corriendo hacia nosotros pero ahora iban a cámara lenta. ¿Qué
cojones me estaba pasando? El según grito no los ralentizo ni mas ni
menos, simplemente no tuvo ningún efecto.
-.
¡Abre el portal! – dijo Josh.
Saque
de forma frenética las runas del bolsillo y las coloque en el suelo.
Mi mala suerte volvió a caer sobre nosotros, nuestros atacantes
volvieron a coger una velocidad normal y envistieron contra nosotros.
Esa vez no me bloqueé. Saque la espada de la funda que colgaba a mi
espalda y me lance contra ellos mientras le gritaba a Evan que
abriera el portal.
Iba
a ser el cebo, iba a distraerlos mientras el vampiro hacia mi trabajo
y abría el portal para ir a casa.
No
había usado nunca una espada pero esa espada en especial parecía
bailar sola, atravesaba a los demonios como si fueran mantequilla. No
sabia a cuantos me estaba cargando, el calor y el fulgor de la
batalla, la ira, el dolor y la fuerza de todos me infundían poder y
valor, algo que posteriormente Evan simplifico llamándolo “locura
suicida”. Mi sed de sangre crecía con cada estocada de mi espada,
sentía a Josh y al jaguar luchar detrás de mi atrapando a los
ibliseri que se escapaban del filo de mi espada. No me había sentido
así de bien en días y aunque una parte de mi cabeza me decía que
tenia que parar, la otra, mas convincente me instaba a cargármelos a
todos. No se cuanto tiempo estuve luchando, pero no había cansancio
ni agotamiento en mi cuerpo. Cuando alcancé al ultimo ibliseri y le
separe la cabeza de los hombros la adrenalina todavía burbujeaba en
mi torrente sanguíneo. Me di la vuelta todavía empuñando mi
espada, pude ver la carnicería que había organizado y a mis tres
compañeros mirándome atónitos y asustados. Me había cargado a una
treintena de demonios. Mis ojos lucían rojos y mi piel brillaba con
una luz negra muy poco acogedora. Evite las miradas de mis amigos
mientras me acercaba a ellos y enfundaba mi espada a la espalda. Ya
discutiríamos todo lo que había sucedido cuando llegásemos a un
lugar seguro. Adam estaba completamente desnudo y yo, aunque todavía
no sentía las heridas, podía asegurar que tenia muchas por todo el
cuerpo, en definitiva no era el momento de que me regañaran.
Antes
de llegara a donde me estaban esperando, note como el poder y la
adrenalina salían de mi cuerpo. No pude hacer nada para impedir mi
caída. Me desplome desmayada en el suelo sobre algunos de los
cadáveres de los Ibliseri.
1Dios
Griego de la música y la Poesia, hijo de Apolo, dios del sol y la
musa Calíope.
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