miércoles, 10 de junio de 2009

CAPITULO NUEVE

Kaly y yo estábamos sentadas en nuestras mesas de la clase de magia elemental esperando a los dos profesores cuando la Sra. Stock, que daba la misma clase de magia al otro grupo de segundo, entró por la puerta.

- Hola, soy la profesora Stock, hoy los profesores nos hemos cambiado de clase – dijo

En ese momento el miedo recorrió mi cuerpo y mi corazón comenzó a latir descontrolado. Era su voz. La había oído el primer día que había llegado a SubMundo cuando, muy poco amable, nos dio los mapas del colegio. Para mi desgracia también era la voz que había escuchado detrás de unos setos dando órdenes en nombre de la Dama Negra. Tenía que hablar con Shane lo antes posible y tenía que evitar que la profesora se diera cuenta del miedo que me generaba estar junto a ella.
Aunque me resultó difícil fingir y sonreírla cuando pasaba por nuestra mesa, supe que no había levantado sospechas y cuando terminó la clase salí como una bala del aula para dirigirme al gimnasio y alejarme de ella lo antes posible.

- ¡Espérame! – grito Kaly desde detrás. Deje de andar para que se pusiera a mi altura - ¿Qué bicho te picó?

- Nada estoy bien, solo algo cansada – le dije

- Llevo toda la clase contándote mi noche con Marcus Died y creo que no has escuchado ni una sola palabra – tenía razón, me había estado contado su salvaje noche mientras yo evitaba parecer asustada ante Stock y hacía caso omiso de las puyas de mi hermanastra, la verdad, no la había prestado mucha atención.

Después de cambiarnos fuimos al gimnasio. El profesor Sortus estaba esperando sobre una colchoneta a que llegásemos todos. Una vez reunidos, comenzó.

- Hoy vais a aprender qué hacer cuando sufrís un ataque en grupo, los de tercer año serán los atacantes – Shane pertenecía a uno de los grupos de segundo año y la clase de defensa personal era la única asignatura en la que coincidíamos, pero no podía acercarme a él sin que me vieran, tendría que esperar al final de la clase. El profesor Sortus cogió a Shane y le puso en medio de la sala, después dio la orden a un pequeño grupo de tercer año para que le atacase.

Todo sucedió muy rápido, él se defendió como pudo. Golpes, patadas, puñetazos, pero al final le atraparon, me preocupó que le hicieran daño tanto como me sorprendió ese pensamiento y luego pensé en lo que me pasaría a mí cuando llegase mi turno. La clase de hoy sería un desastre, pero no saber luchar no era lo peor que me podía pasar, lo peor sería que me tocara defenderme contra el grupo de Evan.
No me equivoqué y el grupo de Evan era el encargado de atacarme.
Me coloqué en el centro del gimnasio como un espantapájaros ¿Qué demonios se suponía que tenía que hacer? Nadie había intentado salir corriendo y esa era, sin duda, la mejor opción en caso de un ataque de semejante magnitud.
Cuando todos se abalanzaron sobre mí no pude evitar que se me escapara un agudo chillido de miedo. ¿Pero qué me pasaba? Yo nunca había chillado así, aunque nunca había estado en esta situación. No fue el miedo a los golpes lo que me había hecho pegar el grito, sino la anticipación de éstos, es como cuando sabes que te vas a caer, es peor el momento en el que te das cuenta de que te caes y mientras te estás cayendo que el golpe contra el suelo.
Después de mi grito y deseando con todas mis fuerzas que se pararan cuando vieran que no prestaba resistencia, me eché las manos a la cabeza y me giré esperando la inevitable lluvia de porrazos.
Después de un minuto solo había silencio en la clase y todavía nadie me había tocado, me sentía reacia a mirar por si era una trampa. La curiosidad mató al gato. No pude evitar levantar la mirada para ver qué sucedía.
La imagen me impactó como una bola de demolición, dejándome sin aliento. El grupo de vampiros de Evan estaba congelado, como si alguien hubiera apretado el botón de pause y se hubieran quedado en esa posición.
El profesor Sortus me miraba con los ojos como platos y las expresiones de mis compañeros pasaban de la sorpresa a la incredulidad y de la diversión al desconcierto.
Shane era el único que me miraba con una sonrisa en su cara, pero aun así, no pudo ocultar la sorpresa que se reflejaba en sus ojos.
Antes de poder pedir una explicación, el grupo se descongeló y todos se quedaron en su sitio desconcertados y asustados.
¿Lo había hecho yo?

- Venga conmigo Srta. Summer – dijo el profesor Sortus con su rostro en blanco. Ya no había sorpresa en sus ojos.

Le seguí por algunos pasillos hasta una puerta donde ponía: “Directora Black”, antes de llamar me giré preocupada hacia mi profesor de defensa.

- ¿He hecho algo malo? – él me miró asombrado, como si le hubiese preguntado que qué era más cómodo, un tampax o una compresa.

- Para nada Srta. Summer, tiene usted un poder increíble y creo que solo estamos viendo la punta del iceberg – dicho esto tocó la puerta con los nudillos y entró al despacho precediéndome.

- Directora Black, traigo a Dawn Summer y creo que es interesante que escuche lo que acaba de hacerles a seis de mis mejores luchadores – le contó todo lo que había pasado en el gimnasio mientras ella asentía muy complacida y me lanzaba algunas miradas de aprobación. El profesor Sortus se marchó y nos dejó a las dos solas en el despacho.

- ¿Recuerda que le conté sobre una mujer que conocí hace mucho tiempo? ¿Un hada oscura? – yo asentí – pues es el momento de que le cuente su historia. Siéntese por favor – yo me senté en uno de los butacones situados frente a su despacho, ella todavía no se había movido de su sillón – Bueno, esto fue hace más de mil quinientos años, el hada en cuestión se llamaba Evelyne y era lo que se denominó hace mucho tiempo una Banshee – me dejó de piedra ¿yo era una Banshee? – solo han existido tres como usted en toda la historia del mundo sobrenatural, a Evelyne fue a la única que conocí, las otras dos eran anteriores a mi nacimiento, ella era una gran mujer con dones muy poderosos y siempre los usó para hacer el bien, el problema fue que la mayoría de las hadas no la comprendían y la temían, así que la mataron para evitar así que pudiera convertirse en Furia[1].

- ¿La mataron así sin más? – pregunté sorprendida.

- Sí, una Banshee puede convertirse en una Furia de la noche a la mañana si sufre algún dolor o pena lo suficientemente intenso ¿sabe lo que es una Furia? – me preguntó muy pacientemente.

- La verdad es que no, sé que una Banshee es una criatura capaz de generar miedo y pena en las personas con una sola mirada y también de quitarlo, que es capaz de matar o… congelar a sus adversarios con un grito agudo y también sé que las historias que tienen los humanos de las Banshees no son ciertas, pero no he oído hablar nunca de las Furias.

- Hay algunos poderes más, pero dependen de la persona, Evelyne poseía unas garras muy afiladas capaces de cortar un puente de hormigón de un solo golpe, y puedo ver que usted carece de ellas, pero sí tiene un don que hace que sea capaz de prestar resistencia a una invasión mental, algo que ella no poseía. Cuando una Banshee sufre un dolor extremo, que puede ser causado por la pérdida de un hijo o la tortura, se convierte en Furia, que era lo que tanto temían las hadas que le ocurriera a Evelyne. Una vez que se convierten en esos demonios es casi imposible, por no decir imposible, que regresen a su estado normal – hizo una pausa mientras pensaba sus siguientes palabras, después prosiguió con su dulce voz - Una Furia es un demonio aniquilador con los poderes de las Banshees incrementados, no tienen conciencia y matan por matar, aunque normalmente matan para castigar a las personas por hacer algo que ellas consideran malo. Pueden matar a un hombre que ha engañado a su mujer y a un señor que ha robado un banco, pero también pueden localizar y matar a un niño pequeño que le ha quitado la pelota a su hermano. Con cada muerte las Furias ganan más poder, los humanos las idealizaron como hembras vengativas con alas de murciélago, en eso fue en lo único que no se equivocaron al definirlas.
Antiguamente existieron tres furias nacidas así, nunca fueron Banshees, pero tampoco hubiera habido mucha diferencia si lo hubieran sido, una Furia puede matar a su madre y no tener remordimientos, son seres demoniacos.
Las tres furias fueron llamadas Tisifone, Alecto y Megera y aterrorizaron al mundo humano y al sobrenatural.

- ¿Soy un demonio?- tenía la garganta seca y mis manos no paraban de sudar. Temía convertirme en furia y me asustaba mucho ser una Banshee, aunque en el fondo de mi corazón sabía que lo era y que no tenía que tener miedo por ello.

- No, ni lo es, ni lo será, me recuerda mucho a Evelyne y esta vez yo estaré para protegerla siempre, como no pude hacer con ella – su voz se tornó dura y la pena llenó su rostro. Me levanté para consolarla o hacer algo y ella me sonrió – sin duda es una Banshee muy poderosa, ha podido sentir mi pena y mi remordimiento y ha querido tocarme para calmarla – en ese momento me acordé de la noche anterior cuando toqué la cara de Shane después de que me contara la desaparición de su padre.

- ¿Qué tengo que hacer ahora? – le pregunté sintiendo que mi nuevo mundo, en el que había empezado a encajar, iba a desaparecer.

- No tema, no tiene que hacer nada, solo formarse, madurar y seguir con sus clases, una vez salga del instituto seguramente estará en peligro tanto por el miedo que los demás puedan tenerla como las ansias de alguien en poseerla, debe formarse bien y tener en cuenta siempre que convertirse en Furia no es una opción válida.

- Estoy de acuerdo con todo eso, pero tengo miedo de no saber controlarme, ¿y si en vez de paralizar a alguien, como hice hoy, lo mato? – pregunté.

- El poder que utilizó esta noche contra sus compañeros se llama grito sónico, con el usted puede manipular las moléculas para detenerlas o hacerlas estallar. No pensó en matarlos cuando gritó, si no, estarían muertos, tenga eso en cuenta. Sí desea matar con su grito lo hará, pero si solo desea que se detengan simplemente se congelaran. Ahora debe irse, seguramente toda la escuela sepa a estas alturas que es una Banshee, así que debe ser tolerante y tener paciencia.

Me levante del sofá donde me había hundido escuchando la historia de la directora y me fui por donde había venido, fui concentrada y dándole vueltas a lo que había dicho y sobre cómo este hecho iba a repercutir sobre mis amistades.
No tardé en darme cuenta de que todos en la casa de la Oscuridad estaban muy contentos y entusiasmados con mi nueva condición.

[1] Las Furias en la mitología griega eran personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. También se les llamaba Euménides, antífrasis usada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre.
Moraban junto a Érebo y por el inframundo, salían hacia la Tierra para castigar a los criminales mortales, sometiéndolos a torturas sin fin. A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo muestran una profunda repulsión hacia estos seres que no toleran. Por su parte, los mortales las temen y huyen de ellas

3 comentarios:

Ryssa dijo...

Realmente genial, cada capitulo es mejor no cabe duda q eres unagran escritora y gracias por compartir tu talento

Dawn dijo...

gracias a ti por tus palabras Ryssa

Isabel dijo...

Me quede sin palabras! Me encanta la trama, es super entretenida, y ademas muy intrigante =D