viernes, 12 de junio de 2009

CAPITULO TRECE

E
l “pequeño apartamento” era más bien un zulo, no tenía muebles ni cocina, solo había un baño, una habitación con una cama grande y una pequeña mesilla. Todo estaba muy limpio, pero oscuro, incluso las mantas de la cama eran de color negro eléctrico y un rojo vino intenso.

En ese momento lo que menos me preocupaba era la cocina, yo había traído bocadillos y no tendría ningún problema, lo que más me molestaba era que solo hubiera una cama.

- Bueno, yo puedo dormir en el suelo – dijo para mi asombro Shane – tú usa la cama.

- No – lo dije tan enérgicamente que se me quedó mirando sorprendido – no pienso dejar que duermas en el suelo – en ese momento me di cuenta de que mis mejillas estaban encendidas y que él comenzaba a torcer su boca con una sonrisa de autosuficiencia. Después recordé mis palabras “antes muerta que meterme en una cama contigo” – no abras la boca – le dije rápidamente – no es la primera vez que comparto cama con una amigo y eso no significa que vaya a pasar nada entre nosotros, además es lo suficientemente grande para que ni nos rocemos y si dices cualquier comentario presuntuoso o arrogante entonces sí que vas a dormir en el maldito suelo.

- Ok – dijo todavía sonriendo – no te darás cuenta de que estoy durmiendo a tu lado, a menos que quieras… - le interrumpí con una severa mirada.

- ¿Cuándo te traerá la sangre? – pregunté mientras dejaba la mochila en el suelo.

- ¿Asustada de dormir con un vampiro hambriento? – preguntó como respuesta mientras dejaba su mochila en un rincón junto a la mía y se quitaba las deportivas.

- No me asustas ni un poquito – le dije no siendo totalmente sincera.

- Esta noche antes de las dos de la mañana – dijo

- ¿El qué? – pregunte distraída mientras colocaba mi cepillo de dientes en el lavabo.

- Que la directora me traerá la sangre antes de las dos – explicó.

Se le veía precioso sobre la cama, estaba boca arriba con los brazos sobre la cabeza y mirando muy atentamente el techo. Mis hormonas comenzaron a sublevarse y danzar por todo mi cuerpo ¿estaba segura que no quería dormir a su lado porque tenía miedo de que se lanzara sobre mí? ¿O tenía miedo que fuera yo la que se lanzara sobre su cuerpo como una leona en celo?, para mi desgracia la opción que más se acercaba a la realidad era la segunda.

Estuvimos sentados en la cama mientras yo comía y charlábamos sobre cosas insustanciales. Este Shane me gustaba, era divertido e inteligente pero no tardaba mucho en corromperse con la arrogancia y la prepotencia.

- Bueno… y ese Josh es importante para ti ¿no? – me preguntó.

- Sí, es mi mejor amigo… - quería cambiar de tema y le ataqué con una pregunta que me mordía las entrañas desde el día que le conocí.

- ¿Por qué siempre andas con tantas mujeres? – su expresión paso de ser relajada a severa.

- No creo que sea asunto tuyo – dijo mientras se tumbaba de lado para hacerme frente – pero lo hago porque adoro a las mujeres y me canso pronto de ellas, de esta manera tengo donde elegir.

- ¿Las doblegas? – su expresión fue de asombro y repugnancia.

- ¡No, claro que no! ¿Cómo puedes pensar eso? – dijo mientras se levantaba para ir al baño.

Bueno, aunque me molestara reconocerlo, él no tenía la culpa de que las chicas consintieran que se aprovechara de ellas.
Miré el reloj, eran las cuatro de la mañana y no había rastro de la directora ni de la sangre de Shane, comencé a ponerme algo nerviosa y cuando le vi salir del lavabo con sus ojos verdes más oscuros que nunca y su pelo castaño mojado, me di cuenta de cuán hambriento estaba y mi miedo y preocupación se intensificó.

- ¿Estás bien? – le pregunté.

- Sí, es raro que no haya aparecido la directora ¿crees que…. – ambos habíamos evitado ese tema, pero empezábamos a sospechar que la directora estaba metida en el ajo. ¿Por qué sacarnos de SubMundo con las protecciones que tiene? Parecía que Shane pensaba lo mismo.

- Espero por nuestro bien que no – dije evitando comentarlo – vamos a dormir, quizás mañana cuando nos levantemos venga con la sangre o la deje en la mesilla – le dije para tranquilizarle, aunque en el fondo sabía que nunca nos haría llegar esa sangre.

- Está bien – dijo Shane, a cada segundo que pasaba parecía más desmejorado. Luego se quitó la camiseta y mi cara comenzó a tornarse roja, estaba demasiado bueno para ser un humano pero también lo estaba para ser un vampiro, sus músculos estaban bien definidos y no había ni un solo pelo que oscureciera su bonita piel. Me miró sonriendo.

- ¿Te gusta lo que ves? – preguntó acercándose mucho al lado de la cama en el que yo estaba sentada.

- Sí, pero también me gustan los leones y procuro no acercarme mucho a ellos – dije tocando su pecho para apartarlo, pero no pude empujarle y mi mano se quedo sobre sus definidos músculos pectorales. Pensé que me iba a besar y estaba segura de que esta vez no se lo impediría, pero cuando vi su cara me di cuenta de que algo no andaba bien y en ese momento se desplomó sobre la cama inconsciente.

Salí de la cama dando tumbos más asustada que en toda mi vida y cuando se me pasó la histeria me acerqué a él, gracias a dios comenzaba a moverse y a abrir los ojos.

- Perdona – dijo pasándose una mano por la cara – llevo mucho tiempo sin comer, será mejor que me acueste – luego se fijó en mi cara, estaba blanca como la pared – tranquila, esto es normal.

Le ayudé a meterse en la cama y le arropé con las mantas, se estaba quedando frio y eso no era buena señal.

- Busca en algún sitio alguna manta eléctrica, un vampiro siempre tiene que tener una a mano – dijo con un hilo de voz. Ya comenzaba a amarecer y cerré bien las cortinas. No sabía qué le pasaba a un vampiro a la luz tan intensa del día y prefería seguir sin saberlo.

Busqué por el apartamento una manta eléctrica, pero como ya me imaginaba, no había ninguna, comenzaba a estar segura de que nos habían traicionado y la ira y la rabia se movía por mi piel como una descarga eléctrica.
Recordé las clases de primeros auxilios del instituto humano y lo que había que hacer en caso de hipotermia, más o menos, esto era lo mismo. El calor de un cuerpo caliente contra otro en estado de hipotermia logra que a este último le suba la temperatura varios grados, aunque me pareciera desagradable desnudarme y apretarme contra él, no quería que por culpa de mi pudor le ocurriera algo malo.

- Shane, no hay ninguna manta, ¿tienes fuerzas para desnudarte? – estaba medio adormilado, pero pareció perplejo ante mi propuesta.

- Sí, pero no lo entiendo – su voz se volvió más débil mientras intentaba quitarse los pantalones y tuve que ayudarle.

Comencé a quitarme la ropa en el otro lado de la cama para que no me viera, algo absurdo, pero me sentía mejor haciéndolo de esa manera.
Me quedé en ropa interior y me metí bajo las mantas, luego me acerque a él por su espalda y le abracé fuerte por detrás, sentí como se encogía con el contraste de temperatura y yo tirité por el frio que traspasó mi piel, ya estábamos entrando en el invierno y el zulo, al igual que SubMundo, no tenía calefacción. Aunque las mantas eran gruesas, sabía que pasaría una gélida noche (bueno, día).

- Muy inteligente – le oí murmurar.

Después, nos quedamos dormidos. Mi temperatura corporal conseguía regular lo suficiente la suya para que dejara de tiritar, sabía que la falta de sangre producía esto en un vampiro, y la directora Black también ¿Por qué no había enviado la sangre?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Dawnn excelentee historiaa,, quieroo saber mas de shaneee,, me encanta ese personajeeee...

Isabel dijo...

wuaaaa! Increible!!! me llos imagino a los 2 ahi abrazaditos en la cama....Buaaaa!Ojala pudieras colgar el deseado cap 14 pronto!!

Antonia dijo...

ash la directora sera mala tambien????? ke mal rollo mendiga vieja...... jejeje

Ryssa dijo...

Buenisimo, quiero mas, mi submundomania esta al limit jiji, ojala y Dawn se quede con shane, m gusta esa pareja

angy88 dijo...

me he enganchado, jejeje, ya tienes una seguidora mas para tu blog

Mara dijo...

Uau! increible, me encanta. Otra seguidora xD. Me voy a morir de intriga, soy una impaciente.