lunes, 8 de junio de 2009

PROLOGO

El mundo sobrenatural está compuesto normalmente por tres grandes colonias, la de los vampiros, las hadas y los cambiaformas de todo tipo.
Las hadas son la colonia más escasa, desde que la Dama Negra decidió que le gustaba buscar nuevos talentos para sus ejércitos, la población ha ido menguando en estos últimos cien años, no es que yo sea tan mayor, pero mi madre siempre habla de ello, ella sí ha vivido suficiente para recordar tiempos mejores.
La vida de las hadas es muy larga, pueden llegar a vivir 1.500 años, pero no lo aparentan, es decir, que una hada que tiene 500 años puede aparentar como mucho unos cuarenta años humanos.
Cuando las hadas cumplimos dieciocho años nuestro crecimiento se ralentiza, pero hasta los dieciocho crecemos como los humanos, esto es lo único realmente útil que he heredado de mi madre, pues soy una semi-hada, mi padre fue humano y según mi madre un gran hombre, me hubiera gustado conocerle antes de que se marchara horrorizado.
Sus genes humanos me han jugado una mala pasada, pues no soy como las otras hadas, esbeltas, altas, preciosas, y no tengo los cinco dövme, solo tengo uno enmarcando mi ojo derecho, y además no se mueve, es rojo y siempre tiene la misma forma.
Tampoco he heredado los poderes sobre la tierra o los elementos, solo puedo manipular débilmente el elemento aire, que realmente no sirve para mucho contra los Ibliseri o los demás demonios de la Dama Negra.
Nunca he podido utilizar la magia para ocultar el color naranja de mis ojos o mi dövme, así que siempre he tenido que utilizar maquillaje y lentillas para salir de casa.
Lo único que puedo utilizar como un hada es la fuerza y la velocidad pero tampoco es que sea una maravilla, un vampiro o un licántropo podrían alcanzarme sin derramar una gota de sudor y no digamos cualquier demonio o Ibliseri que se cruce en mi camino.
No soy muy bien acogida entre las hadas, por mi condición semi-humana, hay muy pocas hadas como yo, por no decir ninguna y sentirme demasiado desgraciada. Pero como hasta ahora he vivido más en el mundo humano, nunca me han preocupado sus desprecios, además, tenía a Moira mi hermanastra perfecta, una hada pura sangre, que siempre me ha eclipsado ante amigos y familiares, al principio fue molesto y doloroso, pero después de que te acostumbras a ser un cero a la izquierda ya ni te enteras de que la bruja lo hace para joderte.
Desde el día que Marcus Green se casó con mi madre, seis años después de que mi padre se largara, Moira pasó a ser parte de la familia. Todos pensaron que sería genial para mí tener una hermana de mi misma edad, incluso yo también lo pensé durante el primer minuto de conocerla, luego me di cuenta de que mi vida iba a ser una pesadilla. No me equivoqué.
Ha sido una perra durante estos años, nunca me ha dejado tener amigos en el instituto, siempre que hacía alguna amistad ella llegaba y me las arrebataba sin ningún miramiento, después de dos veces decidí que lo mejor era no tener amigos, hasta que apareció Josh Macnell, el que actualmente es mi mejor amigo y él único de que Moira no ha logrado apartarme.
¿Y cuál es la ironía de esta historia? Que ahora me tengo que despedir de él para siempre porque me marcho al instituto SubMundo por dos años, pero ya no podré volver a ver más a los humanos que conocía, pues al haber cumplido los dieciocho, no iba a envejecer y los humanos por muy tontos que fueran se darían cuenta de ello.
Josh siempre supo que me tenía que marchar a los dieciocho, le hice creer que era cosa de la religión extraña que practicábamos y que al cabo de unos años volvería, el problema era que no lo haría, pero no hacía falta decírselo ¿no?
Bueno, esta soy yo, Dawn Summer, bienvenido a mi infierno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joder...k pasada...muy buen comienzo...FELICIDADES!!!